sábado, 17 de octubre de 2020

Crónicas de un estallido

 Jueves 17 de Octubre, 2019.

Mi día parte temprano en el trabajo, como todos los días. Nos habíamos coordinado para ir a ver El Joker ese día. Eran días convulsionados en Santiago. Una serie de hechos, ocurridos principalmente porque la clase política de este país estaba tan "conectada" con la realidad que decían frases como "el que madruga paga menos en pasaje", o que "compremos flores porque habían bajado de precio". Tras el anuncio del aumento de la tarifa del metro en $30, una serie de manifestaciones en pro de la evasión del servicio se habían tomado la semana. El día anterior un ex dirigente del metro decía en televisión "cabros, esto no prendió", casi como una suerte de contramufa de lo que sucedería en horas más tarde. En la tarde, y tal como lo planeamos, fuimos al cine al Mall Imperio, y cuando pasábamos por Plaza de Armas, un amigo del trabajo se manda la frase "se sienten vientos de revolución" al ver un contingente policial. No sabíamos que la película solo sería la intro de lo que empezaría el día siguiente.

Viernes 18 de Octubre, 2019.

Aquel viernes fue un día extraño. Se sentía algo en el ambiente que lo hacía diferente. Ese día en la hora de almuerzo fuimos a la estación Santa Ana, porque el día anterior (o dos días antes) se habían metido en la noche, lo cual lo supimos por un video muy viralizado. Lo que encontramos fue poco movimiento, y mucho resguardo. No calzaba la cantidad de gente para un viernes a esa hora, en un centro de Santiago que no descansa. Una vez salí del trabajo se me ocurrió ir a La Moneda porque había una convocatoria para marcha. Quería ver qué onda, la verdad es que en Santiago nunca había ido a una marcha (la Zombiewalk no cuenta) y si bien en mi época de estudiante si me tocó marchar, siempre fue en contextos universitarios. La Moneda estaba tremendamente resguardada, con vallas, un cerco perimetral y mucha vigilancia. No había gente aún en ese horario, sin embargo a lo lejos se veía humo y se escuchaba mucho ruido. En eso de 15 a 20 minutos, desde oriente venía una gran cantidad de personas, en ese entonces en un contexto sumamente pacífico. Sin embargo a la altura de La Moneda misma empieza la represión y bueno cabros, ahí si prendió la cosa. No fui lo suficientemente inteligente y estaba con la mochila y las cosas del trabajo en ella, justo en contexto de marcha, cuando una lacrimógena cae a pasos de mi en la Torre Entel, en esas escaleras donde todo el mundo espera cuando se junta con alguien allí. Ahí pensé que no estaba para esos trotes, porque el ahogo fue feroz pero por suerte hubo personas cerca que me contuvieron y ayudaron. Después decidí ir a guardar las cosas, para después volver al lugar de los hechos, pero ya a esa altura todo había escalado. Tipo 7 de la tarde por primera vez veía la pantalla de información del metro con todas las luces rojas y el servicio suspendido completo, y ahí empecé a dimensionar la magnitud de lo que estaba pasando ese día. Mientras veía lo que pasaba en la esquina de Alameda con Amunátegui, sintonizaba la radio para ver que la canalización de toda la injusticia, de toda la rabia que la gente tenía acumulada por años de penurias, de ver como el Oasis era solo para un porcentaje ínfimo de la población, era algo generalizado en Santiago. Mis pensamientos eran obvios en ese horario, "ese weón del Piñera va a sacar a los milicos" fue lo que se me vino a la mente. Pero lo del metro nunca me calzó. La red quedó sin funcionar completa a eso de las 7 de la tarde (que fue harto antes de los incendios, es como si en esas dos  horas los planearon(?)), en algunos sectores con estaciones completamente quemadas no había manifestantes ni presencia policial y OH JUSTO en el horario de los incendios, justo habían pacos ahí... Sin contar de que la forma en la que ardieron, o tenías que conocer muy bien la estación o usar elementos incendiarios contundentes (como paralelo, días después vi como intentaron quemar una estación por horas y con suerte quemaron un letrero). No se, nunca compré. Igual como no compré el 2011 con el atentado en Escuela Militar (2011 o 2014? Ya no recuerdo pero otra bomba de humo). Un recuerdo que tengo de ese día es que todos tuvieron tremendas osadías para volver a sus casas, pero al menos todo el mundo que conocía me decía que daba lo mismo demorarse si por fin despertábamos.

Ya mirando hacia atrás, siempre se hace énfasis en la violencia, que estamos claros que existe. Pero reducir el problema y el estallido en "violencia y destrucción" es algo demasiado básico. Es como esconder la basura bajo la alfombra. Detrás de un estallido hay más que violencia, hay generaciones enteras que han tenido que sobrevivir con lo puesto, que no han recibido educación, que no han recibido salud, que no han recibido ni siquiera la mirada de una sociedad que con los años ha sido tremendamente individualista. Donde cada uno se salva como puede. Esa violencia viene de ahí, de personas que no les alcanzó para educarse, no les alcanzó para vivir mejor. ¿Qué tienen que perder? El día que aprendamos que la sociedad es una, que los edificios bonitos del barrio alto son del mismo país de los campamentos de los cerros de Viña, que nos demos cuenta que el compadre que duerme en la calle es porque la sociedad le dio la espalda de todos lados, que los cabros del SENAME se convierten en delincuentes y violadores porque crecieron en un entorno de limitaciones, abuso sexual, porque oye, no somos capaces ni siquiera de garantizar educación sexual desde niñ@s para todo el mundo... Solo ese día, vamos a ser un país mejor. Yo no puedo culpar a los violentos porque sistemáticamente y socialmente les hemos dado la espalda, y el Oasis en realidad era una olla a presión, que ese 18 de Octubre simplemente, reventó.